La caída de Sean Combs, el magnate del rap: fiestas sexuales, abusos y videos que lo pueden dejar en prisión de por vida
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El lunes 16 de septiembre un nutrido grupo de policías entró con determinación al Hotel Park Hyatt de Manhattan. Buscaban a alguien muy importante. A un músico y productor, a un magnate con una fortuna que se calcula en superior a los mil millones de dólares. Lo encontraron en su habitación. Él clamaba inocencia pero los cargos en su contra eran demasiado graves y las pruebas lo suficientemente contundentes. La noticia provocó conmoción en la opinión pública. Pero poca sorpresa. Hacía años –décadas en realidad- que Sean Combs bordeaba el delito y desafiaba, con su impunidad, a la justicia.
Sean John Combs subvirtió una de las leyes del mundo del espectáculo: no hay que cambiarse el nombre en medio de la carrera porque el público se confunde. Ni siquiera Prince (el genio de Minneapolis cambió a un simbolito inextricable, ni siquiera con letras se lo podía nombrar, hasta terminar en el absurdo de “el artista antes conocido como Prince”) fue capaz de sobrevivir indemne a esa ley. Pero Combs lo hizo. En las últimas décadas su nombre mutó varias veces: Puff Daddy, Diddy, P.Diddy.
Pero, aparentemente, esa no fue la única ley que violó. Hace años que su nombre (¿sería más acertado sus nombres?) están asociados al crimen. En los últimos años se lo acusó de cometer decenas de delitos. Desde asesinatos a violaciones pasando por tráfico sexual, violencia conyugal y secuestro. Coqueteaba públicamente con su fama de delincuente, disfrutaba caminar con un halo de peligro envolviéndolo.
Todo eso terminó 10 días atrás. Ahora pasa sus días hablando (o evitando hablar) con Sam Bankman-Fried, otra celebridad, otro hombre que gozó de alta exposición pública. Otro preso como él. Bankman-Fried, alguna vez, se presentó como el mago de las criptomonedas pero su buena estrella se apagó, la justicia y los acreedores lo acorralaron. Él ahora desearía ser otro tipo de mago, una especie de Houdini, un escapista para poder fugarse de la cárcel.
Sean Combs y Sam Bankman-Fried comparten una celda escueta en el Metropolitan Detention Center de Brooklyn, un presidio urbano, que supo alojar celebridades como El Chapo Guzmán, Ghislaine Maxwell y R. Kelly. Un vecino actual es el recientemente detenido capo narco Mato Zambada. La cárcel está súper poblada (1.200 reclusos) y es muy peligrosa. Alguien la llamó Un Infierno en la Tierra. Sean Combs no vive más en ninguna de las mansiones que poseía en ambas costas de Estados Unidos, en Beverly Hills, en los Hamptons y en Miami. Es más de poco le sirvieron: su abogado ofreció la mansión de Miami (ex propiedad del matrimonio de Emilio y Gloria Estefan) como garantía, pero el juez no aceptó: Sean Combs debe permanecer encerrado.
Las imputaciones son graves. Extorsión, tráfico sexual, secuestro, provocar un incendio, obstrucción a la justicia y promover la prostitución. A eso se la agrega la acusación de Conspiración –una especie de asociación ilícita-, que surge de la Ley RICO, la que se aplica a los miembros de la mafia para poder penar el entramado de delitos complejos. Fue acusado de liderar una organización criminal que abusó de mujeres durante años, forzándolas a participar de actos sexuales contra su voluntad con prostitutos y terceras personas, habiendo sido drogadas previamente y amenazándolas con ejercer violencia física y tomar diversas represalias (quitarle la ayuda económica, difundir videos de los encuentros) si se oponían o daban a conocer los hechos. Los fiscales justificaron acudir a la Ley RICO diciendo que se trataba de una empresa con empleados, diferentes jerarquías, que encubría crímenes y tenía como fin conseguir que el jefe y el resto de los participantes pudieran evadir la ley.
Por ahora, Sean Combs soporta 11 denuncias de mujeres y hombres que afirman que fueron abusados por él, coercionados a tener relaciones sexuales, violados o drogados contra su voluntad para que Combs y algún otro tuviera acceso carnal a ellos. Sólo por ahora porque cada día que pasó, el músico suma una nueva imputación. El dique de la vergüenza y el ocultamiento se está rompiendo.
Sean Diddy (o Puff Daddy o P.Diddy) Combs es un rapero y productor discográfico. Se convirtió en una de las caras más notables del rap y en uno de los hombres más influyentes a partir de los discos que producía y los artistas que lanzaba. Notorius B.I.G. Mary J.Blige, Faith Evans, Usher, Lil Kim fueron algunos de los artistas que se consagraron en su sello Bad Boy Entertainment. Fue uno de los que lanzó a la fama a Justin Bieber. Y produjo a Jay Z, Nas, Mariah Carey y Beyoncé entre otros. Él también supo tener grandes hits como su homenaje a Notorius B.I.G. I´ll Be Missing You.
Además de su habilidad para reinar en el mundo de la música siempre se vanaglorió de su habilidad para los negocios. Se calcula que en su carrera como empresario llegó a ganar mil millones de dólares. Pocas semanas atrás, ya cercado por la justicia, vendió –se supone que obligado- su participación en una empresa de bebidas alcohólicas en 200 millones de dólares.
Las fiestas de Sean Combs se hicieron famosas. Todo el mundo quería participar en ellas. Él se ufanaba de organizar las mejores celebraciones, las más exclusivas. En este punto hay que realizar una distinción. Estas fiestas eran de dos tipos. Las Fiestas Blancas eran reuniones multitudinarias (pero igualmente exclusivas) que reunían a celebridades de distinto signo en la mansión de Combs en los Hamptons. Todos los invitados debían vestir de blanco. Muchas de ellas se hicieron a beneficio de alguna institución de caridad; todas ocuparon un gran espacio en la prensa. Durante años se dijo que estas fiestas muchas veces, con el correr de la noche, subían de tono y que buena parte de los invitados terminaban confundidos en una gran masa sexual: la orgía más exclusiva del mundo. Esa situación, en caso de ser más que una versión, no configuraría ningún delito: adultos libres, brindando su consentimiento, realizando actos libres. Sería, por supuesto, una gran usina de chismes e historias extraordinarias que a casi todos nos gustaría conocer.
Créditos: CNN
Sean Combs organizaba otro tipo de fiestas, a las que también bautizó: Freak Offs. Están eran menos populosas y más secretas. Tenían lugar en hoteles exclusivos y otros lugares de lujo. Contrataba prostitutos masculinos. La víctima era drogada y obligada a mantener largos encuentros sexuales; a veces duraban días. Mientras tanto Sean Combs se masturbaba a un costado y grababa todo. Los fiscales sostienen en la imputación: “Combs utilizaba las grabaciones que realizaba durante los Freak Offs, que eran delicadas, vergonzosas e incriminatorias, como garantía para asegurar la constante obediencia y el silencio de las víctimas”. (También se dice que a veces vendía esos videos y los de los que ocurrían después de que las Fiestas Blancas se desmadraran como pornografía protagonizada por grandes celebridades. El precio sería millonario en dólares). Una capa más, un delito más. La extorsión. Esos delitos de índole sexual tenían una trama de chantajes que aseguraba la impunidad. Combs grababa a sus víctimas y amenazaba con difundir las imágenes en caso de que a alguien se le ocurriera denunciarlo.
En el medio de las sesiones de las Freak Offs ingresaba personal contratado por Combs a limpiar el lugar, asistir a alguno de los participantes, llevar la comida o proveerlos de lo que necesitaran. Una vez finalizados, las víctimas quedaban confinadas en la habitación hasta que se repusieran. Les suministraban fluidos por vía intravenosa, le curaban las heridas. Una vez repuestas, sin secuelas visibles, y con la seguridad de que no hablarían, les permitían retirarse.
No es la primera vez que se habla de los Freak Offs, no se trata de una novedad. A fines del año pasado, la cantante Cassie (Casandra Ventura), ex pareja de Combs durante diez años, lo acusó de haber abusado de ella. La metodología que Cassie describió era idéntica a la que denunciaron estas mujeres pocos días atrás. Hasta dijo que su ex pareja las llamaba Freak Offs. La demanda civil fue levantada al día siguiente de la presentación porque Combs llegó a un acuerdo extrajudicial con ella.
Existen varios elementos probatorios de los Freak Offs. Una decena de mujeres -y un par de hombres- declaró y sus dichos son muy parecidos entre sí, casi no hay contradicciones entre ellas. Sean Combs tenía un modus operandi que rara vez modificaba.
Cuando, ante las primeras denuncias, la policía allanó la mansión de Combs en marzo de este año, encontraron armas, videos sexuales, drogas y más de mil botellas de aceite de bebé y lubricantes para partes íntimas (una cantidad mayor al stock de varias cadenas farmacéuticas).
September 17, 2024. REUTERS/David ‘Dee’ Delgado
Los testimonios coincidentes y todo el cúmulo de pruebas reducen mucho la capacidad de maniobra de la defensa. Tanto el músico como sus abogados saben que no pueden negar la existencia de los actos sexuales pero sí pueden negar que se trató de abusos y que existió uso de la violencia. Por eso Combs se declaró inocente. Y por eso sus abogados sostuvieron que se trató, en todos los casos, de relaciones consensuadas. Reconocieron que tal vez no eran convencionales, actos no tan usuales para el resto de la gente, pero que esa poco habitualidad, y hasta la perversión, no los convertía en delito porque todas las personas involucradas habían dado su consentimiento libremente, sin condicionantes ni coacciones.
Los abogados del músico propusieron que el juez le impusiera una fianza de 50 millones de dólares, no moverse de la casa en la que se alojara y que la justicia pusiera (a cargo de Combs) un plantel de profesionales de seguridad que controlaran sus movimientos. Cada una de estas pretensiones fue desechada. Prisión preventiva sin fianza. El juez adujo que el acusado, con su poder y dinero, podía influir sobre los testigos, manipularlos. Los fiscales en su acusación resaltaron que Combs había sobornado, presionado y amenazado a varios de los testigos y víctimas. Que no sólo se trataba de un abusador serial sino también de un obstructor serial. Citaron llamadas de Combs a algunas mujeres, señaladas como víctimas en la causa, a las que trataba de convencer de modificar sus dichos y a las que les pedía que dijeran que las relaciones habían sido consensuadas.
Por ahora no se conocen a otros imputados. Suena extraño que la justicia no haya ido contra ellos teniendo en cuenta que Combs necesitó de varios cómplices para llevar a cabo sus acciones. Varias mujeres involucran a guardaespaldas y colaboradores del músico. Lo que los especialistas sospechan es que la fiscalía habría llegado a un acuerdo (o todavía estaría negociando con algunos) con los otros participantes para intercambiar sus testimonios por impunidad o sensibles rebajas en sus posibles penas. Si eso fuera así, los caminos de escape legal de Sean Combs se estrecharían demasiado, una condena severísima sería lo más esperable. La pena oscilaría entre los quince años y la cadena perpetua.
Estos no son los primeros inconvenientes ni acusaciones gravísimas que enfrenta el músico. Tampoco las últimas: ayer se reactivó una causa en la que se sospecha que él fue el responsable de la explosión del auto del rapero Kid Cudi en 2012. Kid Cudi fue uno de los tantos rivales musicales de Combs. Luego de algunos cruces mediáticos y luchas por la preeminencia en el mercado, su auto voló por los aires. Combs siempre fue señalado como responsable del episodio pero hasta el momento no habían encontrado pruebas incriminatorias.
En 1994 él fue el iniciador de la gran disputa entre los raperos de la Costa Este y los de la Oeste. Avivó durante un buen tiempo el fuego de las discusiones y el enfrentamiento. Se lo acusó de ser el instigador de un tiroteo contra Tupac Shakur, al que el rapero sobrevivió. Pero esa disputa que no dejó de escalar terminó con los asesinatos de Tupac Shakur y luego de su protegido Notorius B.I.G.. Fue investigado por el homicidio de Shakur pero la justicia no pudo probar su participación.
La caída en desgracia provocó que apareciera un video terrible de una agresión a su entonces pareja Cassie ocurrida en un hotel en 2016. En las primeras imágenes se ve a la mujer esperando un ascensor hasta que aparece Combs desnudo, sólo con una toalla atada a la cintura, y la golpea con una violencia extrema, hasta la patea con fruición cunado ella cae al piso y luego la arrastra para llevarla de regreso a la habitación.
El magnate musical tiene siete hijos. De cuatro de ellos la madre fue Kim Porter, esposa de Combs durante más de una década, y muerta a causa de una neumonía en 2018. Con Cassie mantuvo una relación de una década. Otras de sus parejas célebres pero más efímeras fueron Jennifer Lopez, Naomi Campbell y Cameron Diaz.
Unas semanas atrás apareció en Amazon un libro de una cincuentena de páginas que dice ser el diario secreto y póstumo de Kim Porter. Allí, la ex esposa de Combs narraría abusos, fiestas sexuales con famosos y violencia recibida por parte de su marido. Los hijos de la pareja salieron a desmentir, aseguraron que no se trata del diario de su madre sino que era un apócrifo pergeñado por algún oportunista.
La constante aparición de nuevas denuncias, la trama sexual, la develación de detalles de las orgías y de los abusos, la cantidad de nombres célebres relacionados con Combs, muchos de ellos presentes en sus Fiestas Blancas, son elementos que son combustible para la constante generación de rumores y teorías conspirativas que se difunden por los redes sociales. Hay grandes nombres del mundo del espectáculo, del deporte, de la política y hasta de la realeza mencionados en esas versiones que todavía no tienen status judicial. Justin Bieber, los príncipes británicos, Di Caprio, Jennifer Lopez, Usher y muchos más. Muchos usuarios de X interpretan cada movimiento de decenas de celebridades a la luz (o la sombra) de la caída de Sean Combs.
La decisión del juez de no otorgarle la fianza apuraría el proceso. Los abogados defensores, en vez de dilatar las actuaciones, pretenderían acelerarlas para intentar que Combs no pase tanto tiempo en la cárcel.
De todas maneras, parecería, si siguiéramos el ritmo de estos últimos diez días que vendrán más denuncias, más revelaciones, más escándalo y detalles escabrosos, y muchas más teorías conspirativas.
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